martes, 22 de enero de 2013

Información acerca de la mediación familiar

Hoy traigo al blog un vídeo en el que se da una amplia información acerca del proceso de mediación familiar. También recoge las impresiones de un magistrado que ofrece este servicio desde su juzgado.

 

 Muchos juzgados no ofrecen el servicio de mediación, pero puede ser iniciado por una de las partes, que puede acudir directamente a un mediador en lugar de iniciar un procedimiento contencioso. Los acuerdos a los que lleguen los miembros de la pareja tendrán la misma validez que una sentencia de un juzgado, una vez que se hayan elevado a público, ya sea acudiendo al notario, o ratificándolo ante un juez.

Espero que te resulte útil.

domingo, 20 de enero de 2013

¿Cómo negociamos?




Cada uno de nosotros tiene un estilo a la hora de afrontar un conflicto y negociar que, a menudo, tiene una relación con su personalidad. No nos solemos parar a pensar en como negociamos.

Varios autores han trabajado esta cuestión y han elaborado una clasificación partiendo de una idea fundamental: los intereses que se defienden en el conflicto. En que medida se consideran los intereses propios o los ajenos define los diferentes estilos que ahora se comentan.

• COMPETICIÓN: El objetivo principal de este estilo es “salirse con la suya”. Se trata de personas muy firmes y que no tienen una actitud cooperativa con los otros, muy orientadas al poder y el dominio. Siempre quieren ganar. Solo piensan en sus intereses.

• COLABORACIÓN: Se trata de personas también muy implicadas en la resolución del conflicto. Que trabajan para encontrar acuerdos que satisfagan intereses mutuos. Muy cooperativas. Les preocupa mucho mantener una buena relación con la otra parte.

• EVITACIÓN: Aquí estarían los que se escaquean. Nada va con ellos y siguen esa filosofía de que el tiempo acaba terminando con los problemas. No quieren llamar la atención. Pasan.

• ACOMODACIÓN: Este estilo se define por colaborar en la resolución del conflicto, pero dejando a un lado sus intereses personales. Tienden a ceder en exceso y muchas veces son consideradas personas serviciales y generosas.

• COMPROMISO: Este sería el término medio en el que se tienen en cuenta tanto los intereses propios como los ajenos y también quieren mantener una buena relación con la otra parte pero no al coste de ceder en sus objetivos fundamentales.

La cuestión es que aunque pudiera parecer que el estilo de compromiso será el más eficaz en la mayoría de los casos, la realidad es que, en función de las circunstancias que nos encontremos, deberíamos utilizar el estilo más apropiado. E incluso se pueden ir utilizando unos u otros a lo largo de la misma negociación.

El estilo competitivo se deberá utilizar si consideramos que lo que está en juego son principios fundamentales sobre los que no se puede transigir.

El estilo colaborativo será eficaz si por una parte la otra parte también adopta esa actitud y cuando sea muy importante llegar a acuerdos.

El estilo evitativo se puede usar cuando el tema se puede postergar o cuando hay más probabilidades que aumente el conflicto que de solucionarlo.

El acomodaticio puede ser apropiado cuando nos damos cuenta de que hemos cometido un error o cuando lo que se prioriza es la cohesión del grupo.

El estilo de compromiso será útil si el objetivo es mantener la relación en el futuro y aprovechar futuras oportunidades de negociación.

También habrá que tener en cuenta la situación de partida en función de la confianza / desconfianza y del nivel de acuerdo / desacuerdo de partida. Estas condiciones de partida nos dirán si hemos de actuar con mucha prudencia, centrarnos en alcanzar unos objetivos mínimos, tener planes B como alternativa ante bloqueos de la situación, o ser cuidadoso con los detalles del acuerdo.

Este artículo está basado en el libro de Joseph Redorta No más conflictos. Paidos Empresa (2012).

martes, 8 de enero de 2013

La adolescencia: ¿poder o autoridad?


Adolescencia proviene del latín adolescere que significa ‘crecer’, y no tiene el mismo origen que la palabra adolecer, en contra de lo que muchos piensan, que implica una falta o carencia. Es un periodo de cambios fisiológicos muy intensos, del descubrimiento de la propia identidad, autonomía y de discriminación de los afectos. Durante la adolescencia, se comienza a sentir la necesidad de separarse de los padres y a buscar referentes propios al margen de los mismos. Es una época difícil, no solo para adolescentes sino también para sus padres que pueden  encontrarse ante situaciones que les llenan de incertidumbre, preocupación e impotencia.

Para tratar de pensar como se llega a estas situaciones, distinguiré dos conceptos: poder y autoridad. Según Wagner Eduarte, que se basa en definiciones del mundo de la empresa, la autoridad es el derecho que otorga un rol para tomar decisiones que afectan a otros; mientras que el poder es la capacidad que otorga un recurso para tomar decisiones que afectan a los otros. La autoridad suele estar legitimada por la experiencia, el conocimiento, etc. Por ejemplo, decimos que tal persona es una autoridad en una materia. El poder estaría vinculado a los recursos, por ejemplo, la fuerza bruta o el dinero. Y todos sabemos que los recursos… se agotan.

La autoridad implica un trabajo, se va construyendo en una relación, y su resultado es la  influencia sobre la conducta de los otros. El poder se basaría más en el miedo o la recompensa.

En el caso de los padres, dicho de una forma muy simple, la autoridad nunca se pierde. Pero ha de construirse y, esta construcción ha de adaptarse al crecimiento de los hijos y a las peculiaridades de cada uno.

Los padres tienen a su alcance las dos herramientas: el poder y la autoridad y el manejo de los mismos ha de alcanzar un equilibrio que les permita estimular a sus hijos en su crecimiento.

Lo que se produce en cualquier conflicto es una diferencia de opiniones y lo que ha de resolverse es esa diferencia. Para ello, puede ser útil seguir algunas pautas que sentó la escuela de Harvard para la resolución de conflictos:

 -         Separar a las personas del problema: sería no personalizar, no incidir en el pasado sino en el futuro. De nada servirá recordar todo lo que se hizo mal en el pasado. Además, los errores suelen ser una oportunidad para el aprendizaje.

-         Concentrarse en los intereses y no en las posiciones. Detrás de una posición  siempre hay un interés que, seguramente, pueda satisfacerse de varias maneras.

-         Inventar opciones en beneficio mutuo: es posible satisfacer las demandas de manera que se puedan satisfacer los intereses de todos.

-         Insistir en utilizar criterios objetivos. Esto pasa por evitar la manipulación emocional. Hablar con claridad de las reglas y de sus consecuencias.

 También hay que tener en cuenta que las emociones que embargan tanto a los padres como a sus hijos en estos conflictos son muy potentes y es importante reflexionar sobre el modo en que están afectando a nuestra conducta o sobre lo que decimos. El miedo o la angustia presentes en estas situaciones pueden estropear cualquier diálogo encaminado a lograr un buen acuerdo. Reconocer estas emociones y hacerse cargo de ellas es un paso importante previo a cualquier acción o decisión. Tomar conciencia de hasta que punto nos asusta no saber en dónde están nuestros hijos o el miedo de estos a perder los lazos con sus amigos, puede ayudarnos a recuperar la serenidad necesaria para el diálogo.

 Por mi parte, también apelo a la paciencia y a la perseverancia. Roma no se construyó en un día, dicen…